martes, 14 de diciembre de 2010

Les memoires blessées

El tiempo transcurre con relativa normalidad. No soy consciente de su avance hasta que me doy cuenta de que hechos pasados tan esperados simplemente se esfumaron y se perdieron en el recuerdo, hasta que siento el frio invernal en mi piel. Digo relativo... porque todo cambia. Puede que nada sea inmutable, seguro. Me siento navegar en un mar de bruma constante, donde no se ve el final de las cosas... ni tan siquiera el principio. Lóbrega reminiscencia.
Hundirme en lo más profundo, dejarme mecer sin rumbo por las olas. Detener el tiempo a cada instante. Sentirte. La felicidad puede estar en la delicadeza de una caricia. A veces un roce se convierte en panacea para olvidar. Comenzar a ser o estar de nuevo.

"Hay tanta belleza en el mundo... que mi corazón se hincha, y siento que no lo aguanto"

Pero cuando esa belleza desaparece me abruman mis propias lágrimas. Cuando esa caricia se desvanece todo se torna oscuro, sombrío. No percibo nada. Ánimas desamparadas que vagan buscando el calor de la ternura, para sentir que pueden formar parte de algo...
¿Qué es lo que le queda a una rosa marchita sin pétalos? ¿A donde lleva la incertidumbre? ¿Qué es la realidad sino una ilusión deforme?
Ni siquiera esta ilusión es algo posible.
Ya no queda nada.
Arinya

No hay comentarios: